Día 31: Logroño. Ebro, por Logroño, bien vas.

En este dia de descanso y colada va a ser un día literario. No es que Logroño no tenga abundante historia, pero últimamente los escritores aparecían poco en este blog. No es solo culpa mía. Creo que el Ebro ha sido un tema y escenario poco atractivo para la literatura, lo que confirmaremos en siguientes días. Pero hoy traemos una gran excepción, con un par de lecturas de un mismo autor.

Rafael Sanchez Mazas (1894-1966). Nacido en Madrid, huérfano a los pocos meses de vida, le trasladaron a Bilbao donde discurrió su niñez. Pero parte de sus estudios jóvenes los hizo en Miranda, a orillas del Ebro. Fueron pocos meses pero debió quedar marcado por el río, al menos más que otros escritores que, nacidos ebreños, apenas le dedicaron unas líneas.

Si has leído otras entradas de este blog posiblemente encuentres referencias en estos dos fragmentos que reproduzco.

LA PRIMERA LECTURA DEL DÍA

Salida del Ebro, poema de Rafael Sánchez Mazas

«Por no llenarme de frío

y de hastío

en Reinosa, origen mío,

he dado en meterme a río

por la tierra castellana

y la tierra aragonesa,

por la solana alavesa,

y la ribera riojana,

por Navarra tudelana,

más abajo de Sangüesa,

y como me da la gana

por la tierra castellana,

y a Tortosa

y a otra cosa,

que allá me han dado beleño

y la mar es como un sueño

donde me muero de gusto.

 

Saco en lluvias torrenciales

crecidas primaverales

del cielo próvido y justo;

a las ciudades, ¡qué susto

les doy apenas me ensayo

de ser alegre y robusto!

 

Hago de mi capa un sayo

con las bordadas orillas

de frescas flores de mayo,

¡qué río de campanillas!

 

Me saltan almadieros

las presas, corzos ligeros

y en praderas de agua moza,

y a favor de los abriles,

se me van a Zaragoza,

juveniles,

se me van las almadías

como los días del alma.

 

¡Ay, que me llevo la palma

de todos los “todavías”,

y soy un vuelto a empezar

que nunca se ha de acabar!

 

Si otros de mí se aprovechan,

si otros muelen y cosechan,

ni me entero, ni ser quiero

huertano, remolachero

…»

LA SEGUNDA LECTURA DEL DÍA

Cuadernos del Ebro: de Madrid a Logroño. Capítulo del libro «Las Aguas de Arbeloa y otras cuestiones» (1956), de Rafael Sanchez Mazas. Este capítulo fue publicado previamente en el número 11 de la revista CODAL (1951).

«Ebro, por Logroño, bien vas echando espumas y sonando de firme, que cuando el río suena, agua lleva. Si viniera yo de estudiar elocuencia en Calahorra, te diría lo del rey profeta: «Fluminis impetus laetificat civitatem»: el ímpetu del río alegra a la ciudad. Y como saliera yo, después, predicador de punta, no elegiría otro texto para el sermón de San Mateo.

¡Ebro, por Logroño, bien vas! Soltaste el cascarón en las Conchas de Haro y ahora nadie te tose, que, de San Felices a Tudela, se te dan ya las vegas como regaladas, locas de vino, rubias como el oro de pan, suaves de aceite y acarameladas de fruta.

¡Qué más quieres, hijo! Pues, todavía, hijas tienes y crías con las tierras, que se te hacen ciudades, y no digamos Zaragoza. Pero, mira, que en Aragón te bailarán el agua con mucha jota y castañuelas, por aquello de verte señorón, crecido y celebrado en obras; mientras acá, en Logroño, entre Haro y Tudela, estás en lo mejor de lo mejor, como de veinticinco años, y habiéndola corrido de lo lindo por la Rioja Alta, aún te queda toda la Rioja Baja por delante.

Mira que por Logroño vas «bien majo», «bien majete», como dicen aquí, y estás en ese punto de la vida que, mientras lo bailado no te lo quita nadie, a la tierra le dices como nadie: «Y lo que rondaré, morena». Cuando le entras por los ojos al puente de piedra de Logroño, que es el primero que tuviste en los siglos, te cuentan arcos reales que, a cauce y a caudal, en España nadie te gana, y que sólo por ese buen humor que tú tienes, te merecerás acabar con más agua que Tajo, Duero y Guadalquivir juntos.

Pero, con todo eso, no te engrías. No te vuelvas presumido y «fato», como en Haro dirían, porque entonces sí que parecerás hijo de nada, cuando debes cada día pensar que la montaña de Reinosa, donde naciste, pobre es, pero te dio hidalguía y te hizo el mejor nacido y más heroico río de España, lo que obligaría a ser discreto.

No te embobes tampoco soñando tu final ni creas que lo mejor es ser «navegable», que a la vejez todos nos hacemos «navegables», y demasiado cuando hijos, nietos, mujeres y amigos nos navegan y surcan, mientras en juventud somos «navegadores» de pro y proa, contra viento y marea. Navega tú, de Haro a Tudela, con tu corazón en Logroño, que blasona de ti, en las tierras que rompiste y ganaste con alma geológica. Muele su trigo en duras muelas, saca chispas a las dínamos, haz luz y pan para alegrar los pueblos, campa con brío, fecunda con amor en todas partes y ya te vendrá la vejez, toda vueltas, rodeos, quietudes, silencios y contemplaciones, y bien te echarán barcas de comercio y de tráfico para surcarte a gusto y hacer como que te divierten y regalan; pero, la verdad, para aprovecharse de verte más tranquilo, con tu fama y fortuna, hechas y con mejor carácter.

¡Ebro, por Logroño, bien vas! No quieras andar mejor nunca, y Dios te guarde.«

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